7/07/2018

Calígula. 12-41 d.C.

EL EMPERADOR LOCO QUE SE PROCLAMÓ A SÍ MISMO DIOS

Los primeros meses de su mandato fueron muy pacíficos y los romanos le adoraban, pero en octubre del 37, sufrió una enfermedad que alteró por completo su salud mental. Se sumó a la tradición imperial de ir matando a quien fuera su rival, y eso hizo con su primo, su hijo adoptivo y probablemente hasta su abuela. Mantuvo vivo a su tío Claudio pero lo atormentaba con bromas pesadas y humillaciones en público. Nadie escapaba a su crueldad, cualquiera era ejecutado sin juicio o forzado a cometer suicidio.


En su afán de ganar dinero, Calígula ejecutaría a muchos solo para apropiarse de sus propiedades y llegó a subastar la vida de los gladiadores. Aparecía en público vestido como un dios, y se refería a si mismo como tal incluso en los documentos oficiales llegando a sustituir las cabezas de las estatuas de los dioses para reemplazarlas por la suya. Usaba las contribuciones del Imperio para su propia diversión. La construcción de barcos gigantes o incluso una bañera repleta de monedas de oro son algunas de sus locuras más destacadas. Sin olvidarse de que regaló a su caballo favorito, Incitato su propia casa y esclavos, e incluso le quiso nombrar cónsul.

Las fuentes antiguas describen el reinado de Calígula como un azote para las órdenes senatorial y ecuestre. Las acciones del emperador desencadenaron una serie de conspiraciones en su contra hasta que finalmente se llevó a cabo su asesinato, en el que estuvieron involucrados integrantes de la guardia pretoriana liderados por Casio Querea, aunque también estuvieron involucrados senadores, soldados y équites. El 24 de enero del año 41 d.C. fue asesinado. Ese mismo día se nombró como sucesor a su tío, Claudio, quien mandó ejecutar a todos los asesinos que hicieron caso a su sobrino.


  


Mu Cephei. de las más grandes.


 Mu Cephei

Se la suele denominar estrella granate por su intenso color rojo y el primero  que aludió a ella de esta forma fue el astrónomo británico William Herschel, a finales del siglo XVIII. Se encuentra a más de 3.000 años luz, se cuenta entre las más luminosas de la Vía Láctea y su radio es unas 1500 veces superior al del Sol. Si se hallara en el centro de nuestro sistema, se extendería hasta más allá de la órbita de Júpiter. Antares, en la constelación de Escorpio, y Betelgeuse, en la de Orión, son algo más pequeñas aunque resultan igualmente descomunales, y también pueden observarse sin necesidad de prismáticos ni telescopio.

Ahora bien, la estrella más grande documentada hasta el momento eclipsa a todas las demás. UY Scuti, una hiper gigante roja ubicada en la constelación del Escudo, a unos 9.500 años luz. Se cree que su radio es 1.800 veces mayor que el del Sol. Es tan inmensa que si nos desplazásemos a la velocidad de la luz, nos llevaría algo más de siete horas dar una vuelta completa a su alrededor.