2/17/2018

El veneno.

Revestir sabe el vino los tugurios peores
de un lujo milagroso,
y hacer surgir un bello pórtico fabuloso
de entre rojos vapores,
igual que un sol de oro en un cielo brumoso.

El opio lo hace todo desvaído, ilimitado
hasta la infinidad;
ahonda en el tiempo, y a la voluptuosidad
le da un placer cansado;
colma el alma por encima de su capacidad.

Mas todo eso no vale el veneno vertido
por tu verde mirada,
lago donde mi espíritu se refleja invertido ...
Mis sueños han bebido
en el amargo pozo de tus ojos, amada.

Todo ello no vale ese placer nefando
que tu saliva vierte,
y me hunde en el olvido, y mi alma pervierte
mientras la va arrastrando
desfallecida a las riberas de la muerte.

Los últimos héroes de Esparta II.


                                                               
                                                                   CLEÓMENES
                                                       
                                                       TRAS LOS PASOS DE AGIS

AGIS dejó una viuda, Agiatis, aún joven y de gran belleza. Además heredera de una gran fortuna, por lo que Leónidas  ordenó casarla con su propio hijo, CLEÓMENES, pese a que éste era poco más que un niño. Muy pronto el chico, que era vehemente y estaba deseoso de gloria, se enamoró de su esposa, lo que hizo que prestara mucha atención a lo que ella le contaba sobre las ideas y proyectos del fallecido rey. Cuando Cleómenes III heredó el trono, decidió romper con la trayectoria de su padre y retomar con entusiasmo las políticas reformistas que AGIS había dejado a medias. Una de sus primeras decisiones fue deshacerse de los éforos, ya que sabía que se opondrían a cualquier reforma, así que envió a sus hombres contra ellos cuando estaban reunidos para comer. Cuatro de los cinco éforos fueron asesinados, y al día siguiente mandó al exilio a otros ochenta ciudadanos.

En ese tiempo tuvo que ponerse al frente del ejército ante la nueva amenaza de Arato, que iba descendiendo con su ejército hacia Esparta. Cleómenes le salió al encuentro en diversas ocasiones hasta derrotarlo en Arcadia, Arato tomó una arriesgada decisión : pidió ayuda al rey de Macedonia y tras varios enfrentamientos, Cleómenes fue definitivamente vencido en Selasia (222 a.C) y tuvo que exiliarse en Alejandría. Tras la derrota, los macedonios instalaron una guarnición estable en Esparta, suprimieron la realeza y abolieron todas las reformas agrarias.

Sintiéndose cada vez más marginado y vigilado en la corte alejandrina, Cleómenes decidió lanzarse junto a sus compañeros a una revuelta desesperada que terminó con la muerte de todos ellos. Su cadáver fue desollado y crucificado, pero al cabo de unos días apareció una serpiente enroscada en su cabeza, lo que hacía que ningún pájaro se acercara a comer su carne. Los alejandrinos consideraron el hecho como un prodigio divino y decidieron honrar a Cleómenes, el último gran hombre de la antigua Esparta,como a un héroe e hijo de los dioses.