4/15/2018

Sophie Germain.



A pesar de los obstáculos para estudiar que a finales del siglo XVIII tenían las mujeres, Sophie (1776-1831) llegó a ingresar en la Escuela Politécnica de París, para lo que tuvo que asumir la identidad de un antiguo alumno.Allí comenzó a interesarse en la teoría de números y conoció el último teorema de Fermat, al que dedicó varios años. En ese tiempo, llegó a resolver algunos casos particulares del problema y mantuvo una fluida correspondencia sobre el mismo con el célebre científico alemán Carl Friedrich Gauss, también bajo seudónimo.


Cuando este comenzó a profesar astronomía, Sophie centró su atención en la física, y participó en un certamen a este respecto convocado por la Academia de Ciencias de Francia. El 8 de enero de 1816, esta le concedió el Premio Extraordinario de las Ciencias Matemáticas por su trabajo Mémoire sur les Vibrations des Surfaces Élastiques, que publicó cinco años después por cuenta propia.

Alan Turing: Un genio anulado.




Hasta 1967, la homosexualidad se consideraba un delito en el Reino Unido, y eso destrozó la carrera de Alan Turing. No sospechaba este matemático que un robo en su casa y la investigación policial que él mismo activó al denunciar el suceso terminarían con un juicio donde se le condenó por indecencia grave y perversión sexual. Corría el año 1952.

Al robo hay que sumar que, en plena Guerra Fría, se investigaba a "científicos asociados con secretos de Estado, por posible conexión por la URSS", y Alan, que había estudiado y trabajado en Cambridge, tenía el nivel máximo de seguridad del servicio de inteligencia inglés.



El matemático, que logró que la máquina Enigma, con la que los nazis emitían sus mensajes cifrados en la Segunda Guerra Mundial, dejara de ser impenetrable, "nunca se recuperó del insulto de su condena, porque la consideraba injusta para una persona que había dado tanto por su país". El tribunal le dio a elegir entre un año de prisión o curar su homosexualidad con una terapia hormonal experimental, y Turing eligió lo último.


Con esta elección Turing quiso continuar trabajando, pero tras dos años sumido en una profunda depresión terminó con su vida mordiendo una manzana impregnada en cianuro. En el momento de su muerte estaba trabajando en vida artificial, mezclando informática y genética alrededor del concepto de morfogénesis.
 En 2009, el primer ministro británico, Gordon Brown, pidió disculpas públicamente por su muerte, pero no sería hasta 2013 cuando Isabel II le concediera el indulto a título póstumo, coincidiendo con el centenario de su nacimiento.

                                  Es considerado un destacado precursor de la inteligencia artificial