1/01/2020

Raresas y Manías IV.

Carlos II el Hechizado

 

 El último representante de los Austrias en el trono español

  

El 6 de noviembre de 1661 nació “un robusto varón, de hermosísimas facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado de carnes”. De esta manera se contaba en la Gazeta de Madrid el nacimiento de un rey español que fue un auténtico compendio de patologías: Carlos II. Un pobre enfermo desde su nacimiento hasta su muerte a los 39 años,  muy probablemente por la continua endogamia practicada por sus ascendientes. Felipe II, su bisabuelo, se había casado con su sobrina Ana de Austria; su abuelo Felipe III, con su prima Margarita de Austria; y su padre, Felipe IV, con su sobrina Mariana de Austria.

Ante su precario estado de salud, fue amamantado hasta los cuatro años y dispuso de 28 nodrizas. Tras la muerte de su padre en 1665, su madre Mariana de Austria administró la regencia. El aspecto del rey era penoso, y, tras visitarlo , el embajador francés envió una carta a Luis XIV en la que le anunciaba: "El príncipe parece bastante débil,muestra signos de degeneracion; tiene flemones en las mejillas,la cabeza llena de costras y el cuello le supura....Asusta de feo".


Nunca se exponía al sol por miedo a enfriamientos, sufría de raquitismo y hasta la edad de 6 años no pudo ponerse en pie. Como su organismo carecía de defensas, fue propenso a las enfermedades contagiosas o de tipo vírico: sarampión, varicela, viruela, rubéola y tuvo ataques epilépticos hasta los 15 años. No podía masticar bien, se alimentaba en exceso de chocolate y tenía problemas gastrointestinales. Su retraso era tal, que no aprendió a leer hasta los 10 años, y nunca pudo hablar correctamente debido a su prognatismo  ( Malformación de la mandíbula inferior de las personas, consistente en el adelantamiento excesivo de ésta respecto a la superior). Hoy se sabe que padeció el Síndrome de Klinefelter, enfermedad genética que consiste en una alteración cromosómica expresada por un cariotipo 47/XXY, es decir, que tienen un cromosoma X supernumerario. Dicho síndrome se caracteriza por infertilidad, niveles inadecuados de testosterona, disfunción testicular, hipogenitalismo (genitales pequeños), ginecomastia (crecimiento de los senos), trastornos conductuales y aspecto eunucoide (talla alta, extremidades largas, escaso vello facial y distribución de vello de tipo femenino). Otras anomalías asociadas son criptorquidia (testículos intraabdominales, no descendidos a la bolsa escrotal), hipospadias (orificio de la uretra situado no en la punta, sino entre la base y la punta del pene) y escoliosis, así como diabetes y bronquitis crónica en la edad adulta. Carlos II no presentaba algunos de los elementos característicos de la enfermedad (no tenía ginecomastia ni estatura alta), por lo que se piensa que su caso podría tratarse de una variante de mosaicismo con fórmula 46XY/47XXY (es decir, algunas células con cariotipo normal en un varón, XY, y otras con cariotipo alterado XXY), con talla normal y sin ginecomastia y sin embargo, siempre con azoospermia (ausencia de espermatozoides), retraso mental, y a veces lesiones cardiacas y disfunción tiroidea.

María Luisa de Orleans 



Dada la enfermiza constitución del monarca, se descuidó su educación puesto que se pensaba que iba a morir joven, y pronto se abordó el tema sucesorio, por lo que, tras fructíferas negociaciones, se casó a los 18 años con María Luisa de Orleans, de 17 que, a pesar de la presión de la Corte ( se pidió la intervención de la Virgen de Atocha y San Isidro para que obrara el milagro), no se quedo embarazada. La esposa del embajador francés, la marquesa de Villars, escribió: "Al cabo de mas de 1 año de matrimonio persiste aun la virginidad de la reina que come, bebe y engorda pero nada mas", de hecho, el Embajador francés logró hacerse con unos calzoncillos usados del Rey para enviarlos a dos médicos de su confianza: uno de los médicos opinó que era estéril y el otro que no. Así las cosas, María Luisa falleció virgen diez años más tarde por una apendicitis aguda, según reveló su autopsia. El pueblo llano se sacó una coplilla: "A pesar de ser extraña/ sabed bella flor de lis/ si parís, parís a España/ sino parís, a París"

A la edad de 28 años, la salud del monarca era ya muy precaria: envejeció muy rápidamente (se puede decir que pasó de la infancia a la vejez sin pasar por la madurez), por este motivo el Dr. Gregorio Marañón pensaba que el rey podría haber padecido también un panhipopituitarismo con progeria (envejecimiento prematuro).

Mariana de Neoburgo


Dada la preocupación por la falta de descendencia, al año de la muerte de María Luisa, se casó con Mariana de Neoburgo, cuidadosamente elegida por sus antecedentes familiares: sus padres habían tenido 23 hijos no obstante la descendencia no llegaba, se convocó a un astrólogo de Bohemia que aportó una explicación de lo más peregrina: la causa de su esterilidad es que no se había despedido de su padre en su lecho de muerte. Así que llevaron a Carlos II al Escorial, abrieron la tumba de Felipe IV, y Carlos estuvo contemplando el cadáver unos minutos y ni con esas.

En su desazón, potenciada por las reiteradas simulaciones de embarazo por parte de Mariana, el mismo Carlos sospechaba que un hechizo proferido contra él le impedía engendrar, razón por la cual ordenó en 1698 investigar el tema al Inquisidor General, Cardenal Rocaberti. Los truculentos peritajes concluyeron que el rey había sido víctima de un hechizo, el cual : «Se lo habían dado en una taza de chocolate el 3 de abril de 1675, en la que habían disuelto sesos de un ajusticiado para quitarle el gobierno; entrañas para quitarle la salud y riñones para corromperle el semen e impedir la generación y que la causante fue la reina viuda doña Mariana para seguir gobernando»Carlos II fue exorcizado mediante una serie de pócimas asquerosas, entre ellas pichones recién muertos sobre la cabeza para evitar la epilepsia y entrañas calientes de corderos para sus procesos intestinales, las cuales sólo lograron empeorar su ya delicada salud. Finalmente, su esposa Mariana se apiadó del pobre enfermo, poniendo fin a los repugnantes remedios y a los embarazos simulados.


La salud de Carlos II se deterioraba progresivamente. El 5 de octubre de 1700, el Dr. Goleen escribe: “Su Majestad recibió los Sacramentos e hizo testamento el día 2 aunque se ignora su contenido pues se guarda absoluta reserva. La enfermedad es grave pues en pocos días ha tenido más de 200 cursos (deposiciones); perdió el apetito y está extenuadísimo, al punto de parecer un esqueleto” 


Todavía duró tres semanas más. Extenuado, respirando fatigosamente, haciendo sus numerosas deyecciones en la cama y tras dos días en coma, precedido de una fiebre alta, murió el día l de noviembre de 1700 “entregando su alma a Dios a las dos y cuarenta y nueve de la tarde”. Sus últimas palabras fueron, en respuesta a una pregunta de la Reina: “Me duele todo”. Tuvo, después, un ataque de epilepsia, que duró 3 horas, quedando sin señales de vida. Luego abrió la boca por tres veces, tuvo una convulsión y expiró.

La necropsia consignó que su cadáver no albergaba ni una gota de sangre, el corazón tenía el tamaño de un grano de pimienta,los pulmones estaban corroídos,los intestinos,putrefactos y gangrenados, conservaba un solo testículo, negro como el carbón, y tenia la cabeza llena de agua.



No hay comentarios:

Publicar un comentario