2/19/2018

Las nornas escandinavas.



De las extrañas analogías que se reconocen entre la religión nórdica y la mediterránea destacan las figuras de las hacedoras del destino, aquellas que hilan la vida de los seres humanos. Tanto para los escandinavos como para los griegos, esa labor recaía en tres mujeres a las que los primeros llamaban nornas, los segundos moiras y los romanos parcas. Las nornas escandinavas habitaban en las raíces del Árbol del Mundo, que regaban con un líquido especial, y al igual que las moiras griegas hilaban el cordón de oro de la vida humana.

La metáfora de la vida como un hilo que se termina cortando era análoga en el Norte y en el Sur del continente, lo que también se acredita con los nombres que recibe el destino en las lenguas germánicas ( wurd) y escandinavas (urdh), claramente relacionadas con el verbo latino que expresa la noción de girar, vertere, como hace la rueca.

Y el antiguo noruego audhna," destino", se entiende como " tejer" en el lituano audmi. Esto, que no deja de ser sorprendente, se explica a través del viejo parentesco entre las lenguas indoeuropeas y parece resultado, no ya de la conservación de una palabra, sino de una metáfora compartida, que debió nacer de un fundamento común procedente de los primitivos indoeuropeos.


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